EDUCACIÓN FINANCIERA
EDUCACIÓN FINANCIERA
Educación financiera es la capacidad de entender cómo funciona el dinero en el mundo: cómo una persona lo obtiene (gana), lo administra y lo invierte. Más específicamente, la educación financiera se refiere al conjunto de habilidades y conocimientos que permiten a un individuo tomar decisiones informadas de todos sus recursos financieros. Actualmente, en países como Australia, Canadá, Japón, Estados Unidos y Reino Unido, aumentar el interés por las finanzas personales se ha convertido en uno de los principales objetivos de los programas estatales.
“La educación financiera permite a los individuos mejorar la comprensión de conceptos y productos financieros, prevenir el fraude, tomar decisiones adecuadas a sus circunstancias y necesidades y evitar situaciones indeseables derivadas bien de un endeudamiento excesivo o de posiciones de riesgo inadecuadas”.
En el 2003 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) inició un proyecto gubernamental con el objetivo de proporcionar formas para mejorar la educación financiera a través del desarrollo de principios comunes en educación financiera. En marzo del 2008, la OCDE lanzó el Portal Internacional de la Educación Financiera, el cual tiene como objetivo servir de centro de intercambio de Educación Financiera, además de información e investigación para todo el mundo. En el Reino Unido, el término alternativo “capacidad financiera” es usado por el Estado y sus agencias: la Autoridad de Servicios Financieros (FSA) por sus siglas en inglés, inició una estrategia nacional de capacidad financiera en el 2003. El gobierno de Estados Unidos también estableció la Comisión para la Educación Financiera en 2003.
A finales del 2005, la OCDE publicó un estudio en el que se analizaban diferentes encuestas acerca de la educación financiera, estas se realizaron en los países pertenecientes a la organización, entre otros datos se encontró lo siguiente:
En Australia, el 67% de los encuestados indicaron que comprenden el concepto de interés compuesto, sin embargo al resolver un problema relacionado con este concepto, solo el 28% mostró un buen entendimiento del tema.
Un estudio británico mostró que los consumidores no buscan activamente información financiera. La información que poseen es recibida por casualidad, por ejemplo cuando guardan un folleto del banco o platican con alguna persona que labora en ese ámbito.
Un estudió canadiense mostró que las personas encuestadas consideran más estresante elegir inversiones adecuadas que ir al dentista.
Una encuesta en Corea del Sur mostró que los estudiantes de secundaria tenían una calificación reprobatoria en este tema, es decir, contestaron menos del 60 por ciento de las preguntas correctamente en pruebas diseñadas para medir su capacidad de elegir y gestionar una tarjeta de crédito, sus conocimientos sobre el ahorro y la inversión para la jubilación, y la conciencia de riesgo y la importancia de asegurar su patrimonio.
Un estudio en los Estados Unidos encontró que cuatro de cada diez trabajadores no ahorran para su jubilación.
“A pesar de los resultados, es alentador encontrar que algunos programas de educación financiera que se han evaluado son razonablemente eficaces. Investigaciones realizadas en los Estados Unidos muestran que los trabajadores han aumentado su participación en los planes 401 k, un tipo de plan de jubilación, con ventajas fiscales especiales, que permite a los empleados ahorrar e invertir para su propio retiro, cuando los empleadores ofrecen programas de educación financiera, ya sea en el forma de folletos o seminarios”.
A pesar de lo anterior, análisis académicos acerca de la educación financiera no han encontrado evidencia de éxito mensurable al mejorar el bienestar financiero de los participantes.
Adicionalmente, un número creciente de investigadores en educación han cuestionado el carácter de la educación financiera, con el argumento de que cambia los riesgos mantenidos por las empresas y el gobierno (ej. pensiones, seguros, gastos de salud etc.) y los asigna a personas individuales. Muchos de estos investigadores argumentan que la educación financiera debe ser más crítica y debe tener un enfoque más amplio, además debe ser una educación que apoye a las personas a entender mejor la injusticia del sistema y la exclusión, en lugar de entender el fracaso financiero como un problema individual y el carácter del riesgo financiero como apolítico. Muchos de estos investigadores trabajan en justicia social, pedagogía crítica, y paradigmas del feminismo y problemas de raza.
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